A finales de los años 80, siendo hermano mayor de la Vera Cruz D. Antonio Cruzado González, el paso del Santísimo Cristo de la Vera Cruz estrenó tres juegos de faroles distintos. Este paso, como hemos podido ver en algunas fotografías, procesionaba con cuatro hachones rojos.
Buscando renovar la imagen del paso, la junta de gobierno barajó varios diseños, entre los que se encontraba, por ejemplo, unos faroles cuyo remate superior era una corona de espinas portada por golondrinas.
Sin embargo, el caso más curioso sería el de los faroles dorados que se muestran en la fotografía donde aparece un jovencísimo Jose Joaquín Sánchez (actual capataz del paso). Estos faroles dorados sólo pudieron procesionar un año y no de la mejor manera:
En la primera levantá del Jueves Santo, aún dentro de la capilla, los faroles describieron un brusco movimiento vibratorio debido al delgado cuello que los sostenía. Entre otros muchos hermanos, Rafael Caballero estaba presenciando la escena y, temiéndose lo peor, se acercó al capataz Juan Mireisme (el Paterno) para decirle: “otra levantá así y te los cargas”. Juan se lo quería comer con la mirada sabiendo que la levantá no era la causa, sino la endeblez con la que habían sido construidos dichos faroles.
Dicho y hecho: en la siguiente levantá para salir a la calle San Sebastián, uno de los faroles cayó al suelo desatando el disgusto entre los hermanos y el cuerpo de capataces. El farol tuvo que ser recompuesto con alambres para poder completar la estación de penitencia.
Dichos faroles fueron confeccionados por un tal Marín, orfebre con quien la Hermandad tuvo alguna que otra polémica más. En la misma imagen, se puede observar los terminales dorados que adornan la cruz del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que también son obra del mismo orfebre. A la hora de colocarlos, se comprobó que eran demasiado pequeños para la cruz. Ante la sorpresa de todos, el entonces teniente de hermano mayor, Antonio Cruzado Pérez, hizo valer su oficio de carpintero para rebajar la cruz a fuerza de escofina hasta forzar la entrada de los casquetes dorados. La cruz quedó engalanada, pero ya no pudo ser expuesta de otra forma, ya que el rebaje que se le había producido en los extremos de la cruz era totalmente antiestético. Este fue el motivo por el cual hubo que encargar una nueva cruz, con la que procesiona hoy día.
Fuente: Archivo Cofrade
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